Hoy voy a cambiar un poco la dinámica y les voy a compartir algo muy especial para mí. Y es que ya por fin tengo las fotos de mi boda civil y estoy que me derrito de amor y felicidad (¡y nervios!, ¡ya sólo 66 días más para dar el “sí” en el altar!).
Cuando René y yo nos comprometimos el 23 de mayo pasado, supimos que queríamos una boda en primavera. Yo, además, me emocioné con la idea de que fuera al aire libre, así que fijamos la fecha para el 16 de abril de 2016, unos diez meses después de la entrega del anillo. Así aparté la iglesia y el lugar para la fiesta y todo corrió con normalidad. Hasta que un día a René se le ocurrió (aunque él asegura que hay fundamentos fiscales y de visado para la decisión) que debíamos casarnos al civil antes de que terminara el 2015.
A más de alguno (incluyendo a mi mamá, por ejemplo), se les hizo un poco presuroso, pero al final respetaron nuestra elección y así buscamos y encontramos que el 28 de noviembre sería el día perfecto para la ceremonia (siendo el sábado de Thanksgiving, los familiares de René -y él- que viven en Estados Unidos podrían estar presentes en el evento).
El asunto con las bodas es que involucran a dos familias y, dependiendo de dónde vivas y cómo sea tu familia, habrá ciertas tradiciones o costumbres que se suelen seguir. Mi caso es bastante tradicional: mis papás (y estoy tan agradecida) me están regalando la boda y la fiesta que gira en torno a la ceremonia religiosa. Antes, te casabas al mismo día al civil (y todavía muchos lo hacen así), pero también ya es más normal que en otros años que firmes tu papelito matrimonial uno o un par de meses antes. Siendo así, de alguna u otra forma, el novio y sus padres se han convertido en los anfitriones del acto legal.
¿Por qué quiero resaltar esto? Porque la verdad es que no me canso de dar las gracias a mi suegro y a mis cuñadas Lula, Michelle y Nicole por la fiesta tan hermosa que nos regalaron a mí y a René. Lo que pudo haber sido un rito sencillo y bonito que presenciaran sólo las dos familias y testigos oficiales, o incluso un trámite solemne en el registro civil, se convirtió en una celebración repleta de flores, luces, música, amigos y muchísimo amor. ¡Así que gracias, gracias, gracias, familia Toussaint!
Los nervios
Desde que amanecí, casi no podía contener el nervio y la sonrisa. ¡Jamás pensé que me pondría tan ansiosa! Todo el proceso de sacar tu vestido, checar el clima (desde dos días antes no había dejado de llover), darle una última planchada de vapor, escuchar la voz de René emocionado, comer, sacar tus aretes, ir al peinado y al maquillaje, observar que el tocado estuviera en su lugar, envolver el regalo que le compré a mi futuro esposo, llegar a casa, cambiarte, ponerte los zapatos, ver la reacción de tu familia, va construyendo la anticipación y la alegría que, si tienes la misma suerte y anhelo por casarte que yo, durará hasta semanas y meses después.
Desde meses antes había comprado mi vestido en BHLDN.com, además de que tuve la fortuna de que Davie and Chiyo me obsequiaran un tocado hermoso. No les voy a mentir, todo ese día me sentí como princesa.
La ceremonia
La cita fue en casa de René a las 18:30 y la sorpresa fue la gran puntualidad de la mayoría. Desde las 18:30 comenzaron a llegar lo tíos, amigos, abuelas y primas, y todos fueron recibidos con una cervecita o algún coctel fresco y escarchado. La recepción se reunió en la terraza, que daba a la vista al jardín donde todo estaba montado para la cena y la fiesta. Unas pérgolas con telas blancas acotaban el espacio de la fiesta y parecían guarecer con magia las mesas de madera y sus flores moradas, rosas y blancas. Al centro, una pista de baile de madera, iluminada por series de luces que colgaban de las estructuras de madera hasta los árboles. No podía ser una noche más bonita: el cielo despejado, con luna llena y estrellas brillantes; el clima templado (¡y en vísperas de diciembre!).
Cuando llegó la juez Estela Barba (¡la mejor decisión que ella nos casara!) todos nos trasladamos al área de la ceremonia. También al aire libre y con vista al jardín de ensueño de los Toussaint, una mesa de madera se disponía hasta adelante, con dos sillas para Ren y para mí. Atrás, 32 sillas para sólo algunos de los 100 amigos y familiares invitados a este día tan especial para nosotros.
El acto fue breve y emotivo. La Juez Estela habló de nuestro noviazgo, de las responsabilidades del matrimonio, nos dio consejos para poder vivirlo y disfrutarlo mejor. Además, nos alentó a tomarnos de las manos, a vernos a los ojos y a decirnos las cualidades que admiramos el uno del otro, así como las promesas que desde ese día nos dedicaremos a cumplir. ¡Me arrepiento tanto de no haber grabado la ceremonia! Pero cada que revivo los momentos en mi cabeza o en alguna conversación vuelvo a sentir calientito y me alegra tener los recuerdos en mi corazón. Al término de la ceremonia, nuestros padres nos dedicaron unas palabras. Luego, Ren inició el brindis, yo le seguí y, finalmente, fue el momento de los abrazos y las felicitaciones.
La fiesta
Ahora sí, debajo de las pérgolas de madera, cada quien encontró su mesa y su lugar y comenzó a fluir el vino. Al centro, en la pista, Babel Collage daba ritmo y calidez a la noche. La cena fue a tres tiempos: crema de tomate asado o chile hojaldrado, salmón a la jamaica o medallón de res en salsa de echalote caramelizado y vino tinto y, de postre, cheesecake de guanábana o volcán de chocolate. De tomar: vino blanco, vino tinto, tequila, whisky, ron, y café y carajillos como digestivos.
Luego de una hora de cena y música en vivo, René se levantó y sorpresivamente me invitó a bailar. Había pedido al DJ que pusiera “nuestra canción” y no podía sentirme más amada. Con Home de Edward Sharpe and the Magnetic Zeros bailé y lloré por primera vez con René como mi oficialmente esposo.
Arrancó el baile justo después del sorpresivo vals y en menos de un minuto toda la pista estaba llena. La verdad es que 100 personas suena como un evento enorme sobre todo para una boda civil, pero la verdad es que cuando miro hacia atrás y recuerdo esa noche, reafirmo que la noche no hubiese sido tan especial sin la presencia de todos. Porque a pesar de que 100 suena como un numerote, el ambiente vibró con intimidad, amor y familia. Yo no paré en toda la noche. No me importó ensuciar el vestido o despeinarme o sudar o que se me cayera el tequila en los tacones. Sólo me importó compartir con la gente que más quiero la unión que hasta ahorita espero ansiosa con mi compañero de vida.
Eran las cuatro de la mañana cuando mis pies por fin cedieron y pedí mi cama. Después de reírme tanto, tomar, brindar, bailar, festejar, brincar, payasear y celebrar con René y todos nuestros amigos y familiares había una parte de mí que no quería irse a dormir para no tener que dar por terminado el día, el evento. Además veía que Ren estaba tan feliz, tan emocionado, tan satisfecho, que mi dicha era cada vez mayor. Para mí, la boda civil fue una muestra del cariño y de la bienvenida que me dan en su familia, un testimonio de que ambas casas celebran el inicio de nuestra familia y un ejemplo de lo que el 16 de abril sentiré y viviré llena de ilusión y amor, rodeada de gente que comparte y quiere nuestra felicidad.
Puedo decir que he disfrutado los últimos ocho meses de preparativos y festejos con todo lo que el cuerpo y la cabeza me permite: no he dejado de sentirme bendecida, agradecida, halagada, esperanzada, sí nerviosa, pero también hinchada de anhelo y emoción. Y si cada evento que pasa supera al anterior y me deja con una sensación de plenitud y máximo regocijo, no puedo ni imaginarme cuánto voy a disfrutar, cuánto voy a reír y cuánto voy a llorar el 16 de abril, cuando me ponga mi vestido blanco, cuando entre con mi papá a la parroquia, cuando le diga a René que le prometo ser fiel en la salud y en la enfermedad, cuando entre a mi fiesta llena de velas, cuando baile el vals con mi esposo, cuando todo lo que he estado planeando se lleve a cabo y me lleve a mi nueva vida con René, a mi nueva casa con René, a mis nuevos planes con René.
¡Les dejo muchas fotos que nos tomó Anette Alatorre y algunas otras que tomamos los invitados y yo! ¡Espero que logren transmitirles la energía y el amor que se sintió ese día!
Muchas muchas felicidades, les deseo la mayor de las dichas en su nueva vida 😀
Muy bonitas fotos! Felicidades Moni y René 🙂
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¡Muchísimas gracias! ¡Estamos felices e impacientes!
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Mas allá de las imágenes sin conocerte personalmente me llene de emoción con tan bella forma de contar los hechos.
Felicidades! Y un matrimonio lleno de fuerza y dicha.
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¡Muchísimas gracias, Vanessa! ¡De verdad me da alegría escuchar que pudiste sentir mi emoción porque era lo que quería!
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Que bonito que te sientas así! Disfruta todo y sigue compartiendolo por este medio.
Me hiciste llorar 😭😭😭😭😭😭
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😀 😀 😀 😀 😀 me haces muy feliz! Ya casi eres 100% mia 😛
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Gracias por describir tan claro ese día y hacernos sentir como si de verdad estuviéramos ahí, que nos hubiera encantado!!!
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