Ya llevaba varias veces pasando por Maison La Crème. En el carro de camino a la tiendita o tomando algún atajo para evitar un par de cuadras de Pablo Neruda. La esquina de paredes blancas, barandal de hierro negro y la tranquilidad que parecía emanar de ahí se me antojaban. Así que hace un par de semanas que René vino a la ciudad, conseguí la ocasión perfecta para darme una vuelta y probar el nuevo restaurante de aire francés en Providencia.
Sobre Milán 3050 (esquina con Quebec) y enfrente del Parque Italia, Maison La Crème hornea sus croissants y prepara sus mermeladas. Fue fácil estacionarnos, con el llamado Parque de los Perros, hay mucho lugar, sobre todo si llegas tempranito en la mañana. Escogimos una mesita en la terraza; siempre me gusta tener vista a la gente que pasea, a los perros que corren, a la ardilla que cruza corriendo el cable de la luz, a toda la vida que se desenvuelve en un par de tazas de café.
Había algunos comensales más en el lugar y todo lo que tenían dispuesto en sus mesas se veía delicioso. Nos trajeron la carta y con eso una canasta de pan dulce. Ren y yo compartimos una pieza con crema pastelera y chispas de chocolate. Además, él pidió un chocolate caliente. El menú, al igual que todo el lugar, sus cajas, sobres y detalles, mantiene su elegancia y sencillez a base de líneas limpias y los acentos en negro, blanco y dorado. Muy francés, al igual que los títulos y nombres de los platillos.
Casi como regla, Ren leyó “Huevos Benedictinos” y encontró su desayuno. A mí también se me antojaron, pero para no ordenar lo mismo, opté por un omelette (de puras claras, siempre) con queso crema, salmón y espárragos. La verdad es que la sección de Pan Francés y todas sus variantes me tenía salivando, pero en vista de que en pocos días me iría a la playa preferí mantenerme lejos, ja. ¡Y es que de verdad se ven sabrosísimos! Imagínense, tienen uno llamado S’Mores, y sí, lleva bombones y chocolate calientitos.
Me sorprendí cuando llegaron nuestros platos. El omelette, doradito, venía acompañado de un par de rodajas de jitomate con sal y pimienta y un trozo de pan. La verdad muy rico, sobre todo con una cucharadita de salsa, pero debo admitir que Ren eligió la mejor opción. Sus Benedictinos cumplieron las expectativas. Ya más de alguna vez les he comentado que es difícil encontrar huevos benedictinos bien hechos en esta ciudad, pero Maison La Crème estuvo a la altura: los huevos tiernitos, la salsa (con su propio toque e interpretación de la salsa holandesa) cremosa y rica, y la ensalada de la casa como guarnición, el toque final. ¡Muy recomendables!
Me gusta Maison La Crème también para ir por la tarde con las amigas o con tu mamá, para comerme un bocadillo salado y luego compartir un postre. Y es que su lista de tartines tiene una pinta delectable. Por ejemplo, me gustaría pedir un tartine Loire: con rebanadas delgadas de jamón serrano, sobre una mermelada de higos (¡amo los higos!), con queso gorgonzola y arúgula. Y luego, una vez terminado este manjar, pedir un espresso y compartir el Pan Francés Eloise: un pan brioche forrado con una costra de nuez y glaseado con miel de maple calientita.
La última vez que visité el Maison fue con mi madre. Las dos pedimos café y yo, que la ocasión anterior me había quedado con antojo, no consentí quedarme sin probar el Pan Francés Charlotte: relleno de crema y plátanos caramelizados y cubierto con un caramelo suave como la cajeta, ¡espectacular! Como todo buen pan francés, por fuera estaba doradito, pero por dentro mantenía una suavidad húmeda y deliciosa. Mi mamá, que no conoce mejor delirio que el chocolate, pidió un Noisette: también un pan brioche, pero este más extendido, untado de nutella y decorado con fresas, plátanos y almendras rebanadas. Además de vistoso, ¡riquísimo! Sobre todo si, como mi madre, no le encuentras sentido al postre si no tiene chocolate.
Como podrán percatarse, este no es el lugar para ir cuando estás a dieta, pero si vas con restricciones, siempre puedes pedir un plato de fruta con yogur y granola. Así que ya saben, si quieren pasar una tarde tranquila y agradable en compañía de sus amigas o su familia, ¡o hasta con ustedes mismos y su libro!, Maison La Crème es un lugar ideal para hacerlo. Se me ocurre que si viven por la colonia hasta se pueden ir caminando, paseando a su perro y parar por tentempié. ¿A poco no se les antoja? Y como siempre les recuerdo: ¡aprovechen que es fin de semana y visiten un lugar nuevo de la ciudad! Yo aquí les dejo una gran opción.
Ubicación:
Milán 3050 (esquina con Quebec y frente al Parque de los Perros)
Horario:
Lunes a viernes: 8:00-22:00
Sábado: 9:00-20:00
Domingo: 9:00-16:00