Oh La La Bistro: el verdadero sabor de la campiña francesa

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A veces, cuando voy a desayunar no siempre busco un plato abundante, que me deje sintiéndome como un balón que si se cae de la silla rodará hasta su carro y con trabajos podrá treparse y regresar a casa. A veces busco un desayuno que por su sencillez y calidad en ingredientes, me deje queriendo un poquito más.

Así me pasa cuando voy a Oh La La. Voy con la consciencia de que desayunaré un omelette o un baguette delicioso y que no podré evitar (por más dietas que lleve u objetivos que me proponga) comerme un pan hecho en casa. Y es que Oh La La es un bistro francés que comenzó sólo como panadería –ubicada en Sebastian Bach 5074-, así que puedo confiarles que la especialidad del lugar es el su pan. Para nuestra buena suerte, en avenida Terranova 608 ubicaron su segundo local, pero con este decidieron ampliar el concepto y montar un pequeño bistro donde puedes desayunar, tomar café, ir al brunch con tus amigas, o hasta comer algo rico por la tarde.

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El lugar es pequeñito y siempre hay fila de espera, pero vale la pena estar sentada en las banquitas de afuera durante 15 tediosos minutos, aunque ni tan fastidioso, ya que el borlote de las señoras tomando café o de las amigas abrazándose en su reencuentro siempre es entretenido. Además, puedes amainar la espera pidiendo un café en lo que te dan tu mesa. Una vez que entras y el mesero te dirige a tu lugar, alcanzas a ver de reojo la vitrina de cristal en donde almacenan -o mejor dicho, exhiben- toda la panadería. Si vas por primera vez, yo recomiendo que no dudes en acercarte para que puedas observar todas tus opciones con detenimiento; sino, puedes seguir al anfitrión hasta tu mesa y esperar a que te seduzca la canastita de croissants y bizcochos.

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Les comento que a diferencia de otras cafeterías, en Oh La La Bistro el café americano no es de refill. Como no lo hacen con cafetera, sino con máquina, cada café es recién hecho y todavía llega a tu mesa con la crema del grano caliente y espesa. Además de café negro, puedes pedir capuccino, espresso, latté, tés de distintos sabores, limonadas, refrescos, y cerveza y vino por la tarde. Pidan, entonces, su café, en lo que discuten con sus antojos si optarán por abrir su apetito con un croissant de nutella, un scone de frutos rojos, un pain au chocolat o un pan relleno de crema de almendra y chocolate. Y cuando ya tengan su cafecito y su pan en la mano, dispónganse a probar de un pedacito de la campiña francesa. Y díganme después si les miento cuando les aseguro que comieron uno de los mejores panes de la ciudad (claramente no busco que los comparen con unas conchitas o donas sumergidas con chocolate caliente, sino con la boulangerie francesa de tradición). Lo padre de Oh La La es que también puedes comprar tu pan y llevártelo a casa, ya sea los manjares dulces o los baguettes y demás panes salados que pueden aprovechar cuando quieren hacer cenitas o picnics con una masa más artesanal.

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La estancia continúa con un desayuno exquisito. Debo decir que los platillos no son abundantes, sino porciones justas y eso sí, preparadas con ingredientes de muy alta calidad. Y creo que este es sin duda un concepto fundamental en Oh La La, pocos platillos, sencillez en sus preparaciones, pero resultados frescos, deliciosos y donde cada sabor se distingue y sobresale.

En el acotado, pero deleitable menú encuentras fruta con yogur, omelettes, baguettes, sándwiches, y por la tarde, ensaladas, tartines, nuevamente baguettes y algunos platillos más elaborados como magrets de pollo y pescados.

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Pero volvamos a los desayunos: a mí me encanta pedir el omelette de champiñones a la francesa, los champiñones van cocinados con sal, ajo y aceite de oliva y van conmplementados con queso; todo va coronado con trocitos de tocino y como guarnición, una torrecita de berros y muchos tomatitos color piolín. Pero si los champiñones no son de su gusto, pueden pedir el omelette de pimientos, o el de mozzarella y albahaca, o el nacional, con jitomate, cebolla y chile verde. El sándwich de huevo al eneldo también es uno de los preferidos de los comensales.

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Los baguettes también son muy sabrosos (les recuerdo que el pan es artesanal y eso hace toda la diferencia) y el que no se pueden perder es el de higos, queso brie y mermelada de zarzamora, ¡es un pedacito de cielo! Para los carnívoros, el de carnes frías es ideal y para los que gustan de sabores más fuertes, está el bagnat de atún.

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Y aquí no se termina el festín, porque para terminarte la segunda taza de café y salir con el mejor sabor de boca, necesitan comerse otro panecito, o por lo menos la mitad (que la otra mitad la disfruten sus acompañantes). No se enojen conmigo por el atasque de carbohidratos al que los estoy encomendando, ¡realmente vale la pena! Y créanme que para que hasta a mí me valga, es porque verdaderamente son un manjar.

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¿Cómo ven? ¿Se animarán este fin de semana a probar un desayuno distinto? ¡Espero que sí! Y que cuando lo hagan me platiquen cómo les fue, qué desayunaron y qué les pareció. ¡Los quiero mucho! ¡Disfruten su fin de semana desde hoy!