Boulangerie Central – pan artesanal y boutique de desayunos

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Decidí visitar Boulangerie Central con algo de escepticismo. A oídas de algunos conocidos me lo habían recomendado sin realmente describir lo que experimentaría. Ve, me dijeron. Está delicioso, el pan te va a encantar. Y no más. Así que con tan vagas referencias fui a conocer un día que ni tanta hambre tenía. Y la verdad es que ¡cuánto me arrepentí!

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¡El lugar, la panadería, los desayunos son espectaculares! Desde que te asomas por la ventana del carro o caminas por Morelos hasta ubicar el 1984, la tranquilidad de la zona y sus árboles te invaden y llenan de calma, te seducen a desayunar sin prisas y saborear y disfrutar cada ingrediente, cada sorbo de café. La placidez aumenta cuando subes las escaleras de Boulangerie Central y descubres que las paredes, las mesas, los menús, los platos, todos los elementos son blancos con guiños de azul: algún monograma, los merengues que acompañan las cuentas en otras mesas y lo más representativo y bonito del lugar: las gotas de agua que escurren de la pared y dan hogar a peces betta.

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Pero no todo es pulcritud y estética, pues al fondo tienen la cocina y la panadería abierta, sin mamparas o puertas que obstruyan la visión del comensal. Desde tu mesa observas los rodillos extender las masas, las cazuelas endulzar mermeladas  y los hornos exhalar mantequillas. Un espectáculo cálido y delicioso.

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La primera vez que visité (y ya van varias veces desde aquella) pedí mi café negro y un jugo de naranja. El primero venía acompañado de una galleta suave con forma de tetera y el nombre del restaurante inscrito en el cuerpo. El segundo, venía servido en una copa de vino, fresco y recién hecho. Como ya dije antes, Ren y yo íbamos sin hambre, pero necesitados de un buen café. Sin embargo, cuando revisamos el menú con curiosidad, quedamos atrapados, y cuando nos llegó el pan francés y nos lo devoramos, pude confirmar con seguridad que tenía que regresar. Se los describo: un pan brioche hecho en casa, espolvoreado con gránulos de azúcar, cubierto de fresas y adornado con nieve de mantequilla, hojitas de albahaca y miel de abeja. ¡La gloria!

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Todo estuvo tan delicioso y pasamos una mañana tan bonita que pronto volví para probar los desayunos en forma. Así que volví y en mis regresos ya he descubierto otros platillos que no encontrarás en otros restaurantes y que no se podrán perder. Empezemos, entonces.

Pan dulce y entremeses

Por lo general, a mí me gusta comenzar mi desayuno con un pan dulce o un platito de fruta, un entremés, vaya, antes de entregarme al plato fuerte. Y Boulangerie Central ofrece las opciones perfectas. Al ser panadería, pueden ordenar un croissant hecho en casa con la mermelada del día (también hecha en casa); o un chocolatín (un pan tipo croissant pero con chocolate); o unas tostadas campesinas, que son rebanadas de pan con labneh -yogur griego-, fresas y amaranto con miel orgánica, o un sándwich de crema de avellanas, con pan brioche a la plancha, mermelada casera y nueces de castilla caramelizadas… ¡a poco no se les hace agua la boca! Además, pueden compartir esa entradita y así quedarse con suficiente hambre para el plato siguiente.

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De beber

Ya saben que mi opción predilecta es el café negro, aunque a veces disfruto de un latté o capuchino. Si van acompañados pueden aprovechar para pedir una prensa y compartir un rico café. Si prefieres algo dulce, pide el chocolate caliente, ¡es espeso y delicioso!

Desayunos

Hay muchas opciones para continuar con el festín, pero les voy a platicar sobre mis favoritas. Comenzaré con los Huevos a la Bañera, que se han vuelto un favorito entre sus comensales asiduos: en una tinita -sí, en una tina pequeñita- sirven un par de huevos poché sobre una cama de tocino y pimientos rojos, bañados en una salsa de curry y queso gratinado, acompáñalos con pedacitos de pan con especias y ¡tendrás sabores bailando y festejando en tu boca! Los Huevos Tunecinos son otro must: huevos escalfados montados sobre muffin inglés y espinacas a la crema con trocitos de tocino, bañados en una salsa rosa cremosa y queso parmesano, ¡sabrosísimos!

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Al ser un local inspirado en lo francés, no puedes dejar de probar el Croque Madame (un sándwich de pan campesino, queso gouda, jamón, un huevo estrellado y salsa bechamel); o el croissant sándwich, un pan fresco con huevos revueltos a la mantequilla.  En otra ocasión me aventuré por el sándwich clásico y quiero decirles que fue perfecto: un preparado sencillo pero lleno de sabor, pues está hecho con dos lajas gruesas de pan brioche a la plancha, jamón, queso y alioli que te hará chuparte los dedos.

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Si lo que quieres es deleitarte con el pan de Boulangerie Central y desayunar algo más tradicional, mi recomendación es que pidas  los huevos divorciados o los chilaquiles rojos. Aunque realmente insistiría a que te animaras a probar algo que no encontrarías en otro local.

El Postre

Y si todavía te quedó un huequito, ¡y esperemos que sí! ¡Pide algo dulce de postre! Como ya les dije antes, el pan francés de Boulangerie Central es un pedacito de cielo, ¡el mejor que haya probado en la ciudad! No obstante, también puedes ordenar un Cacao Roll Brulee, un roll relleno de cacao (77%), dulce de leche, canela, pasas y nuez, servido con mermelada de la casa y fresas; un alfajor; un brownie, o un biscotti. ¡Los quiero todos!

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Para llevar

Y es que la panadería y las jaleas de Boulangerie Central son tan frescas y ricas que estoy segura que querrán llevarse algo para su casa; qué tal, por ejemplo, una hogaza de pan campesino, un baguette multigrano, bollos para hamburguesas, panqué de nuez, relish de piña, mermelada de guayaba o una crema de semillas? Lo que sea que escojan estará delicioso y recién hecho, ¡se los garantizo!

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Saldrán, entonces, llenos de comida en la barriga y en los brazos, felices y, eso sí, con mayores de ganas de continuar con un día relajado y fresco, como el lugar de donde acaban de salir.

M.

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Oh La La Bistro: el verdadero sabor de la campiña francesa

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A veces, cuando voy a desayunar no siempre busco un plato abundante, que me deje sintiéndome como un balón que si se cae de la silla rodará hasta su carro y con trabajos podrá treparse y regresar a casa. A veces busco un desayuno que por su sencillez y calidad en ingredientes, me deje queriendo un poquito más.

Así me pasa cuando voy a Oh La La. Voy con la consciencia de que desayunaré un omelette o un baguette delicioso y que no podré evitar (por más dietas que lleve u objetivos que me proponga) comerme un pan hecho en casa. Y es que Oh La La es un bistro francés que comenzó sólo como panadería –ubicada en Sebastian Bach 5074-, así que puedo confiarles que la especialidad del lugar es el su pan. Para nuestra buena suerte, en avenida Terranova 608 ubicaron su segundo local, pero con este decidieron ampliar el concepto y montar un pequeño bistro donde puedes desayunar, tomar café, ir al brunch con tus amigas, o hasta comer algo rico por la tarde.

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El lugar es pequeñito y siempre hay fila de espera, pero vale la pena estar sentada en las banquitas de afuera durante 15 tediosos minutos, aunque ni tan fastidioso, ya que el borlote de las señoras tomando café o de las amigas abrazándose en su reencuentro siempre es entretenido. Además, puedes amainar la espera pidiendo un café en lo que te dan tu mesa. Una vez que entras y el mesero te dirige a tu lugar, alcanzas a ver de reojo la vitrina de cristal en donde almacenan -o mejor dicho, exhiben- toda la panadería. Si vas por primera vez, yo recomiendo que no dudes en acercarte para que puedas observar todas tus opciones con detenimiento; sino, puedes seguir al anfitrión hasta tu mesa y esperar a que te seduzca la canastita de croissants y bizcochos.

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Les comento que a diferencia de otras cafeterías, en Oh La La Bistro el café americano no es de refill. Como no lo hacen con cafetera, sino con máquina, cada café es recién hecho y todavía llega a tu mesa con la crema del grano caliente y espesa. Además de café negro, puedes pedir capuccino, espresso, latté, tés de distintos sabores, limonadas, refrescos, y cerveza y vino por la tarde. Pidan, entonces, su café, en lo que discuten con sus antojos si optarán por abrir su apetito con un croissant de nutella, un scone de frutos rojos, un pain au chocolat o un pan relleno de crema de almendra y chocolate. Y cuando ya tengan su cafecito y su pan en la mano, dispónganse a probar de un pedacito de la campiña francesa. Y díganme después si les miento cuando les aseguro que comieron uno de los mejores panes de la ciudad (claramente no busco que los comparen con unas conchitas o donas sumergidas con chocolate caliente, sino con la boulangerie francesa de tradición). Lo padre de Oh La La es que también puedes comprar tu pan y llevártelo a casa, ya sea los manjares dulces o los baguettes y demás panes salados que pueden aprovechar cuando quieren hacer cenitas o picnics con una masa más artesanal.

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La estancia continúa con un desayuno exquisito. Debo decir que los platillos no son abundantes, sino porciones justas y eso sí, preparadas con ingredientes de muy alta calidad. Y creo que este es sin duda un concepto fundamental en Oh La La, pocos platillos, sencillez en sus preparaciones, pero resultados frescos, deliciosos y donde cada sabor se distingue y sobresale.

En el acotado, pero deleitable menú encuentras fruta con yogur, omelettes, baguettes, sándwiches, y por la tarde, ensaladas, tartines, nuevamente baguettes y algunos platillos más elaborados como magrets de pollo y pescados.

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Pero volvamos a los desayunos: a mí me encanta pedir el omelette de champiñones a la francesa, los champiñones van cocinados con sal, ajo y aceite de oliva y van conmplementados con queso; todo va coronado con trocitos de tocino y como guarnición, una torrecita de berros y muchos tomatitos color piolín. Pero si los champiñones no son de su gusto, pueden pedir el omelette de pimientos, o el de mozzarella y albahaca, o el nacional, con jitomate, cebolla y chile verde. El sándwich de huevo al eneldo también es uno de los preferidos de los comensales.

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Los baguettes también son muy sabrosos (les recuerdo que el pan es artesanal y eso hace toda la diferencia) y el que no se pueden perder es el de higos, queso brie y mermelada de zarzamora, ¡es un pedacito de cielo! Para los carnívoros, el de carnes frías es ideal y para los que gustan de sabores más fuertes, está el bagnat de atún.

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Y aquí no se termina el festín, porque para terminarte la segunda taza de café y salir con el mejor sabor de boca, necesitan comerse otro panecito, o por lo menos la mitad (que la otra mitad la disfruten sus acompañantes). No se enojen conmigo por el atasque de carbohidratos al que los estoy encomendando, ¡realmente vale la pena! Y créanme que para que hasta a mí me valga, es porque verdaderamente son un manjar.

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¿Cómo ven? ¿Se animarán este fin de semana a probar un desayuno distinto? ¡Espero que sí! Y que cuando lo hagan me platiquen cómo les fue, qué desayunaron y qué les pareció. ¡Los quiero mucho! ¡Disfruten su fin de semana desde hoy!