El otro día recibí una invitación para comer en Puerto Clandestino. La verdad es que cada vez más recibo invitaciones y propuestas para ir a conocer restaurantes y locales, y con la idea de que no puedo hablar de lo que no conozco y de que siempre es divertido conocer nuevos lugares, siempre acepto las invitaciones. Pero eso sí, sólo escribo de las que realmente me gustan o se me antojan diferentes e innovadoras. Es parte de mi política de credibilidad, sostengo.
Les platico entonces que quedé contenta con Puerto Clandestino. Se me hizo un lugar perfecto para ir a tomarte una cerveza y un aguachile muy sabroso cualquier día de la semana, pero sobre todo en viernes, para que puedas extender la comida sin necesidad de regresar a trabajar. Ubicado en Pedro Moreno 1550, el local es pequeño, como un pasillo envuelto en madera y cachivaches que recuerdan al mar y a sus embarcaciones. Las luces son bajitas, lo que aumenta el ambiente acogedor del restaurante.

La terraza
Fui con René y nos sentamos en la terraza. Llovía. Luego luego se acercó un mesero joven a atendernos, pedimos un par de cervezas y nos acercaron el menú. Lo hojeamos y se nos antojaron muchas cosas, ¡además tienen una gran variedad de platillos! Personalmente, me hecho muy fanática de los ostiones, así que en cuanto vi las diferentes preparaciones que ofrecían supe que teníamos que ordenar unos. Así pues, nos sirvieron una docena de ostiones entre frescos y a las brasas. Probamos los Bloody Mary (como el coctel tradicional), los de aderezo de soya y jengibre aridulce, al aire de cilantro y limón (muy frescos y aciditos), chimichurri (muy, pero muy recomendables, quizá los favoritos de la tarde), los rockefeller, y los zarandeados (picositos, y otros de los preferidos del día). Con nuestra cerveza, los ostiones nos abrieron el apetito y la curiosidad por saber qué más probaríamos. Además, la verdad es que pagar entre 120 y 160 pesos -dependiendo de la preparación que elijan- por una docena de ostiones se me hace un precio espectacular.

Variedad de ostiones
Antes de que llegara el siguiente tiempo, nos obsequiaron un balazo: un ostión servido en un caballito con clamato, salsas y sal. Continuamos la comida con un par de entradas más. Lo siguiente fue un plato de mejillones al vino blanco. Estaban tan ricos los condenados que René y yo terminamos cuchareando la salsa (muy cremosa y deliciosamente sazonada) y pasando pedacitos de pan por los restos de crema y queso del plato hondo.

Mejillones al vino blanco

Tiradito de atún
Seguimos con un tiradito de atún con acentos súper orientales. Las láminas de atún fresco estaban cubiertas en una salsa espesa de soya, pepino y zanahoria en juliana, cebollín, ajonjolí y rodajas de rábano. Si les gustan los sabores agridulces y notas fuertes de sal provenientes de la soya y el pescado, este tiradito es para ustedes. Ren y yo lo disfrutamos, aunque sí tuvimos que ordenar la segunda cerveza para preparar el paladar para el siguiente platillo.
En Puerto Clandestino puedes elegir de entre cuatro distintos tipos de aguachiles: verde, rojo, mango, oro negro (todos pueden ser de pescado o camarón), o puedes aventurarte y elegir un Aguacachile. El Aguacachile es distinto al aguachile porque la salsa tiene aguacate, por lo que se vuelve más espesa, además de que también le agregan otros chiles y toques orientales, por lo que el resultado es totalmente diferente, ¡y muy enchiloso! Nosotros pedimos el de camarón y la verdad es que quedamos muy sorprendidos. La salsa estaba muy rica, y con rodajas extra de aguacate, láminas de rábano y trocitos de chile verde, no podíamos dejar de comer (ni de limpiarnos el sudor con una servilleta, ¡qué picante!).

Aguacachile

Ceviche Trajinera
Seguimos el festín con un ceviche, ¡cómo ir a un lugar de mariscos y no probar el de la casa! Pues la elección estuvo difícil, porque en Puerto Clandestino tienen nueve tradicionales (pescado en trozo, camarón, marlin guisado, pulpo, surimi…) y diez tropicales. ¡Neta son muchísimos de dónde escoger! Los meseros, todos muy amables, nos recomendaron el Trajinera: pulpo mezclado con chicharrón y carnitas (la orden a $110.00, ¡les digo que está bastante bien de precios!). El ceviche venía con pico de gallo y totopos para comértelo con más gusto. ¡Nos lo comimos de volada!
Casi para finalizar (claro, pedimos también un par de cervezas más), probamos una de las especialidades: el atún en costra de ajonjolí, que va preparado con crocante de espinacas y fresas salteadas al balsámico. La verdad es que las fresas le dan un toque muy distinto al atún tradicional. El pescado estaba muy fresco y además le pusimos gotitas de las salsitas que te ponen al centro de la mesa -todas muy muy ricas-, lo cual nos dejó un gran sabor de boca.

Atún encostrado
De postre degustamos una nieve casera de zarzamora, perfecta para cerrar con broche de oro la abundante y rica comilona.
Alargamos lo más que pudimos nuestra partida, yo tenía que entrar a trabajar, pero estábamos tan a gusto que preferí llegar un poco tarde, por quedarme un rato más ahí con René. Además estábamos a un par de días de nuestra boda civil, y con el día lluvioso, como que estábamos reflexivos y más enamorados (si es que eso es posible, je).

Balazo
Disfruté mucho mi comida en Puerto Clandestino, el trato de su personal, la amabilidad de Sergio, que estuvo muy al pendiente de nosotros todo el tiempo. Se me antoja volver pronto con amigos, además está padre que queda a media cuadra de Chapultepec, porque te toca ver todo el movimiento de la gente sobre el solicitado camellón. Además, tiene televisiones, así que puedes ver cualquier partido de futbol, americano o cualquier deporte o juego que en el momento sea de su interés. Los invito a que vayan a probarlo y también disfruten de un rato agradable.