Hace no tanto un Mercado lleno de onda y propuesta llegó a la ciudad. Sí, leyeron bien, no es el típico mercado (aunque esos son mis favoritos) donde puedes comprar tus guayabas, chayotes y granadas, a la vez que te comes un pozolito o te tomas un champurrado, sino un mercado que busca crear un espacio de innovación gastronómica y movimiento artístico. Hablo de Mercado México. Ubicado en avenida La Paz, esquina con Colonias, en una de las zonas más bonitas de la colonia Americana, un edificio moderno y blanco nace del concreto y da vida a más de 30 proyectos de comida, postres, vinos y café típicos de un mercado, aunque con un twist creativo y joven.
Con tantas nuevas propuestas culinarias en la ciudad, hacía falta un lugar en Guadalajara que congregara y apoyara a más de una de ellas, que hiciera fácil que una persona pudiera probar más de alguna ocurrencia sin necesidad de moverse de lugar. A mí, Mercado México me recuerda a mis meses en Madrid, cuando iba los sábados al Mercado de San Antón (más que al Mercado de San Miguel, aunque también lo visitaba seguido) a probar en sus cinco pisos celestiales algún vino o una sidra o una caña, y a picar montaditos de chorizo ibérico, de pulpo a la gallega o de gambas al ajillo.
Hay algo sobre tener miles de opciones en un lugar, que a su vez te arropa de arte y buena vibra, que produce una sensación de aventura y alegría, que facilita las cosas para que la pases bien y disfrutes de la compañía de tus amigos, de tu familia o de tu pareja.
Volvamos a Mercado México y a sus opciones. Hay tantos lugarcitos que es difícil probarlos todos en una visita. Sin embargo, estoy segura de que después de ir la primera vez, quedarán invitados a regresar y probar el resto. Entre las posibilidades de carnes en su jugo, tortas ahogadas, sopes, asadores, pastas, mariscos y postres, hoy les voy a platicar sobre las que yo tuve el gusto de conocer y disfrutar hace un par de semanas.
No es que sea alcohólica, pero lo primero que llamó mi atención al llegar al mercado fue La Taninoteca (Bodega de vinos). Con una barra de madera y estanterías repletas de botellas, supe que después de conseguirme el primer plato iría por un vino que maridara bien mi elección. Mi consejo (al menos fue lo que yo hice y resultó bastante bien), es que se tomen los primeros diez minutos de su visita para recorrer el lugar y sus diferentes puestos, para descubrir de qué traen antojo o qué suena más prometedor, y para además admirar todos los guiños de diseño y las ilustraciones que hacen al edificio aún más apetecible.
Yo me decidí por iniciar con un panini de barbacoa de pato con salsa de betabel e higos de Barra México, una creación muy sabrosa del afamado chef Poncho Cadena (también la mente detrás de La Leche en Puerto Vallarta y Hueso en Guadalajara). En lo que los cocineros muy cotorros me lo preparaban volví a La Taninoteca por una copa de vino rosado. Cuando me senté a probar mi panini quedé muy complacida, eso sí, pedí un chile verde para que todos los sabores resaltaran más y me lo saboree aún más a gusto. ¡De verdad lo recomiendo! No les voy a mentir, me quedé con ganas de probar su tostada de cachete de res con emulsión de chiles secos, ¡pero ya tengo algo por lo que volver!
Mi visita continuó con una parada en La Muerta (Ceviche y Antojitos) para probar la Tostada del Receso: un ceviche de atún con emulsión de chile manzano y camarón seco sobre chicharrón de cerdo; y la Tostada de Aguachile Tatemado: con camarón, pulpo y pescado con tomate tatemado y salsas negras, ¡picosita! A mí me encanan los mariscos y estas tostaditas pasaron mi prueba y quedan en mi lista de antojitos a repetir.
Después de algunas recomendaciones de amigos, no podía dejar de ir a Eulogio (Fonda Fina), un lugarcito naciente de la misma cabeza creadora de Alariz. De Eulogio tuve el verdadero placer de probar una ensalada fresca con moras, queso de cabra, pera, arúgula y una vinagreta dulce como de fambruesa, que vale la pena pedir sobre todo si estás en un régimen más dietético. Además, como mi padre (íbamos toda la familia) ya se había estacionado en una mesita justo enfrente del local y los mezcales del Legendario Domingo comenzaron a fluir, pude probar lo que él ordenaba. Entre sus antojos: un taquito de charal: sobre una tortilla de maíz, una embarradita de salsa tipo guacamole, charalitos fritos, pico de gallo, cebolla morada y cilantro, ¡uff!
Con esto yo estaba lista para cerrar mi porción salada del tour gastronómico, pero en eso llegó mi hermana y me comentó que su sándwich estaba muy sabroso, así que accedí a darle una mordidita y comprobar. Marifer lo compró en Deli Container (Boutique Gourmet). Si tienen antojo de algo más tradicional, pero igual de sabroso, ¡este es el lugar! Aquí puedes pedir tu baguette de salami, queso manchego, jamón de pavo y mostaza dijon y bajártelo con una cerveza Loba o alguna otra opción artesanal.
Ahora sí estaba lista para el postre, ¡mi parte favorita! Desde que llegué al lugar le había echado un ojo a unos cucuruchos de churros que veía a la gente disfrutar, así que no me la pensé dos veces. Subí al segundo piso del mercado y ahí encontré Casaxurro (Churrería Artesanal). Pedí un cono de cinco piezas para poder compartir con mi familia y escogí el dip de chocolate para complementar. ¡La verdad estaban riquísimos! Dulces, pero no empalagosos, crujientes y calientitos, son motivo suficiente para volver al Mercado. En el mismo lugar puedes pedir porras, la rosca de churro completa o hasta un pastel de churro, ¡habrá que probar!
Y para terminar aún más gustosa la sobremesa, pedí otra copa de vino (esta vez tinto) en La Taninoteca. Fue una manera de alargar mi estancia ahí, y es que la estaba pasando muy bien y no quería irme todavía. Acompañé también a mi mamá a que pidiera su crepa de nutella en La Crépe Parisienne y a que también pidiera una segunda copa de vino.
En general nuestra visita al Mercado México fue exitosa: pudimos probar antojitos de diferentes cocinas, tomar vino, comer churros, encontrarnos a amigos y disfrutar de una tarde agradable y diferente en compañía de la familia. El Mercado es un lugar donde todos encontrarán algo de su gusto, y donde los chefs jóvenes de la ciudad se dan rienda suelta y están buscando crear platos creativos y propuestas divertidas desde sus barras y cocinas. Sin duda hay que ir en viernes o domingos, cuando el ambiente se agita y alborota y se trae ganas de pasarla bien.
En mi próxima vuelta espero probar la torta de chilaquiles de Chomi Ciao, algún corte sabroso de Asador de Burgos, y una bola de nieve de Black Cherry de Helados del Mercado. ¿Ustedes ya visitaron? ¿Qué les pareció? ¿Qué han probado y qué recomiendan?