Descubre Oaxaca: top 8 cosas que hacer en esta mágica ciudad

La magia de Oaxaca permanecerá en tu corazón. Entre sus calles azules, amarillas, rosas; sus monstruos danzantes en todas las estanterías; sus mercados rebosantes de chapulines y grillos; y los tragos ahumados de mezcal entre campanadas de templos antiguos, Oaxaca enamorará a todo quien se deje perder en sus caminos.

Oaxaca’s magic will remain forever in your heart. Among its blue, yellow, pink streets; its dancing monsters in store shelves; markets bustling with crickets and grasshoppers; and smoky mezcal drinks, Oaxaca will enamore anyone who allow him or herself to get lost in its streets. 

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Julio es el mes de la Guelaguetza (celebración indígena-católica que se celebra con grupos de diferentes regiones), así que si tienen suerte como nosotros, podrán ver bailes y celebraciones como esta. // The Guelaguetza festival (an indigenous-Catholic festivity) is celebrated in July, so if you are lucky you will get to see dances, parties and caravans on the street!

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Y para que ustedes también puedan vivir una experiencia inolvidable, quiero compartirles mi top de actividades y experiencias en esta hermosísima ciudad.

And so you can live this amazing experience too, I am sharing with you my list of best activities and experiences in this gorgeous city. 

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1. Vive Oaxaca – Oaxaca se vive caminando. Recorriendo sus calles descubrirás patios hermosos, recintos culturales, bordados delicados. Deja que el ritmo de la ciudad te guíe y camina sin itinerario y sin prisas durante una tarde, ¡un día entero! Así yo descubrí el interactivo Museo de la Filatelia, el resonante Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, la tienda de ensueño de Silvia Suárez y muchas botellas de mezcal.

Oaxaca is best lived by walking. Roaming its streets and alleys you will discover charming patios, cultural spaces, delicate embroidery. Let the rhythm of the city guide you and walk without rush or itinerary for a whole afternoon, a whole day! That’s how I discovered the interactive Museo de la Filatelia (Stamp museum), the resonating Contemporary Art Museum, the dreamy clothes at Silvia Suárez and lots of bottles of mezcal. 

2. Monte Albán – Entre montes y selvas del paisaje oaxaqueño, un brote esplendoroso de cultura mesoamericana dio inicio a la vida zapoteca. Y a tan sólo 30 minutos del centro histórico de la ciudad, tú puedes ir a deslumbrarte con la zona arqueológica que preserva la vibra e intelectualidad de esta cultura. Porque los zapotecas (a diferencia de lo que promueve nuestro desafortunado malinchismo mexicano) eran un pueblo educado: interesados en cuestiones médicas, en las artes, en la orfebrería, la gastronomía, ¡la música! Así que ir a explorar esos montículos cubiertos de pasto que alguna vez fueron pirámides, centros ceremoniales, canales y juegos de pelota vale totalmente la pena.

Amidst the hills and the jungle of the Oaxacan landscape, a splendorous sprout  of Mesoamerican culture gave birth to the Zapotec tribe. And only 30 minutes away from downtown Oaxaca, the beautiful archeological site of Monte Alban still preserves the vibe and intellectual wisdom of the people who built it. Because the Zapotecs were educated people: curious of medical advances, of arts, of jewelry, of gastronomy, of music! So exploring these mounds and pyramids that once where ceremonial centers, canals, ball game courts and even homes, is totally worth your time.  

3. Templo y Convento de Santo Domingo – El Templo de Santo Domingo es posiblemente una de las iglesias más impresionantes y hermosas que conozco. De techo alto, de numerosas capillas y de un retablo cubierto en su totalidad de figuras de oro y pinturas, Santo Domingo es digno de visita y admiración.

The Church of Santo Domingo is possibly the most impressive and beautiful sanctuary I have ever seen. With a tall ceiling, numerous chapels and an altarpiece totally covered in gold figurines and paintings, Santo Domingo will inspire more than one sigh. 

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El museo que alberga el convento, el Museo de las Culturas, relata de una forma sencilla e ilustrativa la historia de Oaxaca desde sus culturas prehispánicas hasta su conquista. Además sus largos y sobrios pasillos abrazan un patio lleno de belleza.

Also, the monastery adjacent to the Templo, the Museo de las Culturas, hosts a museum that narrates in a simple, but interesting way the state’s history, from its Prehispanic cultures to the Spanish invasion. Besides, just the architecture: the long sober halls, the chirping fountain in the middle of the patio. 

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4. Jardín Etnobotánico – Caminar por parques y arboledas es uno de mis pasatiempos preferidos. Así que visitar el Jardín Etnobotánico era parada obligatoria en mi itinerario. Ubicado en Reforma, esquina con Constitución, en el corazón de la ciudad, este pedacito de cielo alberga cientos de especies originarias y endémicas de todos los climas y regiones de Oaxaca. Es impresionante sentir cómo suben y bajan las temperaturas con tan sólo el cambio de árboles y plantas en cada cuadrante. Y aunque si visitas el Museo de las Culturas podrás observar distintos ángulos de este jardín, no hay como recorrerlo. Tan sólo la monumental pared de cactáceas es merecedora de tu tiempo.

Walking through parks and streets full of trees is one of my favorite things to do. So visiting the Jardín Etnobotánico was an obligatory activity on our itinerary. Located in Reforma, corner with Constitución (heart of the city), this piece of heaven shelters hundreds of species endemic from the different regions of Oaxaca. It’s stunning to feel how the temperatures ascend and descend just with the variation of trees and plants in each quadrant of the garden. And even when your visit to the Museo de las Culturas will give you a glance at different angles of the area, there’s nothing like wandering it. Just the monumental cacti wall is deserving of your time.

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5. Hierve el Agua – Si tienes un espíritu aventurero y deseos de paisajes fantásticos, Hierve el Agua cumplirá todas tus expectativas. Y es que cascadas petrificadas de más de 200 metros de altura, y manantiales de aguas frescas con caminos a relieve, todo enclavado en un risco con paisaje salvaje, son motivo suficiente para impactar a cualquiera.

If you are an adventurous spirit in search of fantastic landscapes and views, Hierve el Agua will fulfill all your expectations. How could you not be awestricken by 200 meter tall petrified waterfalls and fresh water springs with high relief details, all pending from a cliff surrounded by wild scenery. 

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Hay distintas maneras de llegar a este destino a tan sólo una hora y 30 minutos de la ciudad de Oaxaca: rentar un carro ($1,500 pesos aprox.), en taxi (te cobran $200 pesos por hora), o en uno de los muchos tours que querrán venderte en el centro. Nosotros tomamos el tour que, por 350 pesos con transporte y comida incluidos, no sólo nos llevó a este fenómeno natural, sino al fantástico árbol de Santa María del Tule, ¡que con una circunferencia de 42 metros es el más grande de su especie!

There are different ways to get to Hierve el Agua. Only one hour and 30 minutes away from downtown Oaxaca, you can opt to rent a car (about $1,500 pesos); take a cab (about $200 pesos per hour); or purchase one of the many tours that for only $350 pesos (transport and food included) will not only take you to this natural phenomenon, but to the breathtaking Tule tree in Santa María del Tule, with a circumference of 42 meters, the biggest of its type! 

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¿Cuánto tiempo recomiendo estar en Hierve el Agua? Yo diría que para tomar fotos con calma y meterse un rato a las pozas de agua, la hora y 20 minutos que te dan en el tour es más que suficiente. Ahora que si quieres hacer una caminata tipo trail a las segundas cascadas, sí necesitarías al menos 40 minutos más.

How much time should you spend in Hierve el Agua? I’d say that the hour and 20 minutes that the tour allows is enough to take incredible pictures and even take a dip into the pools of fresh water. But if you want to trod the trail that leads to the second waterfall, you should plan on staying 40 minutes more. 

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Hierve el Agua

Decidas lo que decidas, puedo asegurarte que lo que comenzó como escurrimientos de agua carbonatada hace millones de años y ahora guiña como seductivo atractivo turístico, permanecerá toda la vida en tu corazón.

Whatever you decide, I can assure you that what started as runoffs from carbonated water millions of years ago and now winks as an attractive tourist site, will resonate forever in your heart. 

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6. Comer/Eat – Una de las herencias culturas más importantes de Oaxaca es su gastronomía. Su ubicación privilegiada ha consentido la cosecha y el acceso a productos, hierbas y especias de las que probablemente jamás has oído, ¡y mucho menos probado! Así que deja que Oaxaca conquiste tu barriga, y tal como platiqué en la entrada pasada, emprende un recorrido culinario que jamás olvidarás. Adéntrate en los mercados y prueba los chapulines y el mole negro; entra en una antojería como Zandunga y prueba las tlayudas; descubre el helado de queso de cabra y hierba santa en Manolo; tómate un chocolate calientito en el Quinta Real o un tejate en la plaza de Santo Domingo; vaya, ¡que hasta los esquites en Oaxaca saben mejor!

Oaxaca’s gastronomy is fundamental to its heritage. The state’s privileged location has allowed for the growth and harvest of produce and herbs that you’ve probably never heard of, much less tried! So let Oaxaca seduce your tripe. And just as I suggested (commanded!) on my last post, embark a culinary tour you will never forget. Step into Oaxaca’s markets and try the crickets, worms and mole negro; enter a fonda or kitsch spot like Zandunga and savor a tlayuda; discover the goat cheese and hierba santa ice cream at Manolo’s; sip hot chocolate at Quinta Real and drink tejate in the main plaza. I mean, even corn tastes better in Oaxaca!

7. Tomar mezcal/Drink mezcal – Más del 90% del mezcal se produce en Oaxaca, así que no es de extrañarnos que el estado esté directamente asociado con esta bebida alcohólica de agave. Así que sí, tomar mezcal, catarlo, degustarlo, experimentarlo en su máxima expresión artesanal es obligación de todo viajero por Oaxaca. Y quiero invitarte a que no te limites a tomarte un mezcal en el restaurante coqueto donde comas o cenes. ¡No! Realmente, la manera de aprender y disfrutar más es probando. Es aprovechar la abundancia de expendios y cantinas para entrar en ellas, absorber el panorama y movimiento de las calles y pedirle al bartender que te ayude a escoger un mezcalito  que sea de tu agrado. Y por cada bar, otro mezcal. Sólo así descubrirás que el mundo del mezcal es mucho más que un espadín joven.

More than 90% of mezcal is produced in Oaxaca. So it is to no surprise that this Mexican state is directly related to this alcoholic beverage. So, yes: drinking, tasting, sampling and experimenting mezcal in its most artisanal expression is a responsibility for every traveler that visits Oaxaca. And I want to insist, that you mustn’t limit yourself to one drink at a fancy restaurant while you have lunch or dinner. No! The best way to learn and enjoy mezcal is by drinking and drinking and drinking. So make the most of the abundance of bars, cantinas, mezcalerias and expendios: walk inside, take in the bustling streets and ask the bartender to pick out a mezcal you might enjoy. And for every bar, another mezcal. 

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Yo tuve la fortuna de ir a Santiago Matatlán a la destilería de Los Danzantes y Alipús, y allí conocer todo el proceso de producción de la bebida, además de que catamos más de nueve variedades diferentes.

I had the privilege to visit Los Danzantes’ distillery in Santiago Matatlán, to learn and witness the production of this Prehispanic beverage. Plus, I got to taste more than nine different varieties!

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Otro lugar ideal para adentrarte al mundo del mezcal, es en Los Amantes, un expendio en Allende 107, decorado con flores de papel picado de colores, botellas de cristal, máscaras de animales, pinturas de mujeres desnudas y los remanentes de muchísimas botellas de mezcal. Pide la degustación y la bebida de la casa, no te arrepentirás.

Another ideal place to discover mezcal is Los Amantes: an expendio in Allende 107 decorated with colorful paper flowers, crystal bottles, animal masks, paintings of nude women and the remainders of old bottles of mezcal. Ask for the tasting and the drink of the house; you won’t regret it!

8. Otros lugares – Los cinco días que visité Oaxaca fueron insuficientes para explorar todos los lugares y pueblitos a sus alrededores. Sugiero que planeen bien sus tiempos para que expriman sus horas y minutos lo más que puedan y consigan un balance entre saborear las comidas y los espacios con calma y madrugar para conocer lo más que puedan. Otros lugares merecedores de su atención son: Teotitlán (el pueblo donde tejen los tapetes, pies de cama y almohadones), San Antonio Arrazola o San Martín Tilcajete (pueblos donde cobran vida los alebrijes), San Bartolo Coyotepec (donde te enseñan sobre la elaboración del barro negro) y Mitla (otra zona arqueológica distinguida por sus grecas).

The five days I stayed in Oaxaca were just not enough to explore all the small towns and pueblos in its surroundings. I suggest you plan ahead and divide your time wisely so that you can make the most of every hour and minute you posess. And also so that you can achieve a perfect balance between savoring a meal with calm and peace, and running around like crazy trying to go to all the magical places. Other villages and places deserving of your attention are: Teotitlan (where quilts and bags and rugs are woven), San Antonio Arrazola or San Martin Tilcajete (where the crazy demon figures -alebrijes- come alive), San Bartolo Coyotepec (where you learn how black barro is made) and Mitla (another archeological site).

Así que ya lo saben, Oaxaca vibra de una forma muy especial. Y este rinconcito de nuestro hermoso país está esperando ansioso so visita.

So now you know, Oaxaca pulses in a special way. And this beautiful nook within Mexico is awaiting your visit. 

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Nicksan: deleite japonés en Nuevo Vallarta

¡El verano llegó! Y con él, el éxodo de tapatíos a las hermosas playas de Vallarta y la Riviera Nayarit. Así que qué mejor que este momento para dejar un poco de lado los viajes internacionales y darles una súper recomendación para cuando visiten este paraíso nacional. Y es que para muchos, un viajecito local es la opción más fácil, práctica (¡económica!) y lograble en estas fechas. Porque aunque muchos de nosotros ya no estemos en prepa o la universidad y disfrutamos de veranos libres y extensos, siempre hay manera de convencer al jefe de que te regale un día para que puedas gozar de una vacación de fin de semana.

 Summer is here! And with it, the unstoppable exodus of people from Guadalajara to the beautiful beaches of Puerto Vallarta and the Nayarit coast. So what better time than this to leave all my international travels aside, and share with you an amazing recommendation for your next visit to this national paradise. Because, even though most of us don’t enjoy anymore of the long summer breaks that high school and college allow, we can always manage to escape a day from work and relish on a weekend getaway. 

 Además Vallarta es hermoso y siempre se presenta como una gran opción de playa, relax y hasta exploración gastronómica.

Plus, Vallarta is gorgeous! And it always presents itself as a perfect choice for relaxing, laying down in the sand and even for some foodie explorations. 

¡Y hoy les tengo una sugerencia especial! Ya sé que a todos nos encantan La Dolce Vita, La Leche o unos buenos mariscos como Los Titi’s cuando paseamos por la zona. Pero Puerto Vallarta, y en este caso, Nuevo Vallarta, ¡ofrecen mucho, pero mucho más! Así que si quieren salirse de lo típico, los invito a que se aventuren un día a Nicksan, será el nuevo clásico en su lista.

And I have a special suggestion today! I know we all enjoy the Dolce Vita, La Leche or a bountiful plate of seafood at Titi’s when we are in town. But Puerto Vallarta, or in this case, Nuevo Vallarta, have so much more to offer! So let’s step away from our comfort zone and dive into the delicious kitchen of Nicksan. I promise you it will become another classic on your list. 

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Ubicado en Marival Residences Luxury Resort de Nuevo Vallarta (Paseo de los Cocoteros 53), Nicksan te espera con una fusión deliciosa entre lo japonés y lo mexicano.

Located in Marival Residences Luxury Resort in Nuevo Vallarta (Paseo de los Cocoteros 53), Nicksan awaits for you with a distinctive fusion of the Japanese and the local. 

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Para empezar, unos drinks/To begin, a few drinks

Siéntate donde estés más a gusto. Yo siempre opto por la barra porque me fascina ver cómo el chef trabaja los rollos y demás platillos fríos. Ordena tu bebida favorita o pídele al bartender que te prepare alguna especial de la casa, como el martini de lichi o té verde. En esta ocasión yo quería algo fresco y cítrico, así que me fui por un mojito frappé. También ordené un agua mineral, para hidratarme.

Sit down wherever you like. I always opt for the sushi bar just because I get to admire how the chef slices and prepares all the sushi rolls and crudos. Order your favorite drink or ask the bartender to prepare you an in house special, like the lychee or green tea martinis. This time around I craved something fresh and citrusy, so a Frappé Mojito was the perfect choice. 

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Mi mamá pidió una margarita clásica/My mom went for a classic margarita

Entraditas/Starters

Para abrir el apetito (no que alguna vez lo tenga cerrado) ordena unas tostaditas de atún. ¡Son tan sabrosas, que no sorprende la cantidad de órdenes que salen de la barra de crudos! El atún va molidito, casi como de tartar, y se corona con cebolla morada encurtida, cebollín y ajonjolí.

To get your appetite going (when is it not?) order the tuna tostadas. They are so rich and yummy, the amount of orders flying by the bar do not surprise me!

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Los Tomatitos son otra especialidad muy popular: rebanadas de atún fresco rellenas de spicy de calamar al tempura, una lajita de aguacate y salsa de la casa.

Tomatitos are another house specialty: slices of fresh tuna filled with spicy tempura calamari and an avocado sliver.

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Tomatitos

El sashimi Serranito es uno de mis favoritos (aunque en eta ocasión no lo ordenamos): láminas de pescado blanco bañadas en salsa de chiles y decoradas con una rodaja de chile serrano, ¡espectacular!

The Sashimi Serranito is one of my favorites too; however, we did not order it this time around… But you definitely must try it: white fish sliced finely and soaked in a chili, lime, soy sauce, and decorated with serrano pepper; spectacular!

O si bien prefieres una entrada caliente, opta por las Gyozas hechas en casa. Van rellenas de callo y camarón y bañadas en una salsa verde picosa.

Or if you rather begin with a hot starter, the home made Gyozas will be an excellent choice. They come filled with shrimp and scallops, over a green spicy salsa.

 

 

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Gyozas

Fuertes/Entrées

Ya saben que yo soy fanática de los crudos, así que nigiris, tiraditos, rollos de sushi con pescado fresco… siempre habrá algo que sepa a mar en mi elección. Los rollos Maguro Limón y Sake de Limón Amarillo (¡con salmón noruego!) fueron los estelares de nuestra noche. El primero lleva atún por dentro y por fuera, aguacate, aceite de oliva y una rebanada de limón verde para darle un punch cítrico a tu paladar.

I’m a sucker for all things raw, so nigiris, sushi rolls or sashimis will always be seen at my table. The Maguro and the Lemon Sake Rolls where the night’s stars. The first comes with tuna, avocado and a small slice of lime on the outside; sprinkled with olive oil and soy sauce, each bite explodes with citrus flavors in your mouth. 

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Maguro Limón

El segundo lleva de camarón tempura al centro y salmón de alta calidad por fuera, además de rodajas de limón amarillo, aceite y soya picante: ¡una exquisitez!

The second roll comes with shrimp tempura inside, Norwegian salmon and a slice of lemon on the outside, and spicy soy sauce for an exquisite balance.

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Sake Limón Roll

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Al fondo se ve mi Mojito Frappé/You can see my Frappé Mojito in the background

Si te quedas con hambre pide un Rollo Negui, que también tiene camarón tempura por dentro, pero atún y un toque de trufa por fuera.

If you still have room for more, order the Negui Roll, which comes with tuna and truffle oil on the outside.

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Negui Roll

Para cerrar/To close

Una buena cena no está completa sin un postre. Y como yo no tengo llenadera, ¡en esta ocasión terminamos por comernos tres!

A well rounded dinner is not complete without dessert. And since my hunger has no limits, we ended up eating three!

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Tres postres/Three desserts

El primero fue un rico helado frito con jarabe de chocolate. El segundo una copa de helado de vainilla con gelatina de café y un toque de licor. Y mi favorito: un brownie calientito, también con helado de vainilla, y una salsita de frutos rojos: ¡el cierre perfecto a nuestra noche!

The first treat was a scoop of yummy tempura fried ice cream with chocolate syrup. The second sweet was a glass of vanilla ice cream with coffee jelly. And, the best came last: a warm chocolate brownie, also with a scoop of vanilla ice cream, and a berry coulis.

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Helado frito/Tempura fried ice cream

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Nieve de vainilla con gelatina de café/Vanilla ice cream with coffee jelly

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Brownie calientito/Warm brownie

Así que ya lo saben, la próxima vez que visiten Vallarta aprovechen para deleitarse con los sabores que este restaurante propone: un maridaje increíble entre las técnicas japonesas y el picor mexicano.

So now you’ve got all the info and must make the most of your next visit to Puerto Vallarta and the nearby beaches! 

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Viaje exprés a la CDMX: sorpresas y sugerencias de los que saben más

Hace poco tiempo tuve que ir a la Ciudad de México de emergencia. De esas veces que de un día para otro compras un vuelo para irte tempranito al día siguiente y regresar 24 horas después. Y bueno, quiero decirles (aunque quizá ya se lo imaginan) que Ren y yo jamás desperdiciamos una oportunidad para conocer, comer y tomar. Así que, también de un día para otro, iniciamos nuestra investigación y nuestras encuestas en redes sociales (¡seguro más de alguno de ustedes hasta respondió a mi pregunta) para llegar sabiendo dónde desayunar, comer y cenar. Deben saber que yo tenía más de 10 años sin visitar la capital, por lo que necesitaba una guía (amigos, familiares) diestra y de expertos que me orientaran.

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A las 5:00 am llegamos al aeropuerto y, como no llevábamos más que una maletita de mano, ni tuvimos que documentar. ¡Eso sí, las filas para pasar por revisión y seguridad no tenían fin! Les paso el tip: si tienen que viajar por algo a esas horas, ¡no subestimen los vuelos de madrugada, son súper populares!

Llegamos a las 7:30 am al Distrito Federal y con el tráfico, realmente hicimos nuestro check-in en el hotel hasta las 8:40. Nos hospedamos cerca del Ángel de la Independencia porque nuestro motivo del viaje se acotaba a a la zona y, con esa misma mentalidad (y algo de restricción en nuestros tiempos), emprendimos nuestro camino a El Cardenal. Cuando pregunté por Facebook cuál era el mejor restaurante para desayunar por la zona, ese se llevó la votación por las patas.

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Caminamos algunas cuadras hasta que lo encontramos: amplio, con luz calientita entrando por los ventanales, lleno de señores en desayunos laborales y señoras festejando algún cumpleaños; muy tradicional y, desde la primera interacción, anunciando que contaban con excelentes meseros.

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Pedí mi café negro, una conchita y un jugo de tuna. René, agua natural. El capitán de meseros muy amablemente nos explicó todos los tipos de huevos y los platillos capitalinos tradicionales que desconocíamos. A sugerencia de un garrotero pedí un omelette de huitlacoche, gratinado y en salsa de tomate. El Panzón pidió un platillo sustancioso, los Huevos Montados, así, puestos sobre un par de gordas con salsas diferentes y queso cotija, y nadando en frijoles de la olla. ¡No sé quién se chupó más los dedos! Pero el desayuno no terminó ahí. Mientras pasábamos bocados de nuestros huevos y café, yo veía que los meseros iban y venían con unas canastas de pan y lo que parecían platitos llenos de nata. Traté de ignorarlos (¡ya tengo un par de meses queriendo cuidar el tamaño creciente de mis nalgas!), pero el señor de la mesa de enfrente a la nuestra se las comía tan sabroso: embarrando el bolillo contra lo cremoso del lácteo, limpiándose el bigote con sus dedos regordos… ¡No me resistí! En dos minutos un joven muy atento me sirvió el manjar y yo, en dos segundos más, ya estaba espolvoreando azúcar sobre el primer pedacito.

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Saliendo con las barrigas felices caminamos a redescubrir el Zócalo. Con una feria tipo tianguis en medio de la plaza, no pude apreciar sus dimensiones extensísimas, pero sí entramos a La Catedral, la admiramos un rato, y luego terminamos de recorrer el Palacio Nacional y el resto de las oficinas de gobierno. Alegres pasamos también por Bellas Artes, donde un tumulto de entusiastas y medios esperaban la probable llegada de los restos del muy querido Juan Gabriel.

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De ahí en más el día transcurrió sin mayor eventualidad. Asistimos a las citas, esperamos en el hotel, y para eso de las 8:15 pm nos encontrábamos en El Péndulo de La Roma, haciendo tiempo (y comprando libros) para la hora de cenar con Ceci mi amiga y Diego su novio.

A la mañana siguiente no teníamos ni un pendiente más que tomar un avión. Y como eso sucedería hasta la tarde, planeamos nuestra mañana para nuevamente desayunar rico y culminar el día en el Castillo de Chapultepec. Otro lugar muy mencionado en mi encuesta en Facebook fue Lardo, y como además se encuentra en La Condesa y a pocos pasos del Castillo, concluimos que era la mejor opción.

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¡Y qué desayuno! A diferencia de El Cardenal, en Lardo encontramos esa propuesta gastronómica de la que tanto se presume (¡y que tanto quería encontrar!) en el Distrito Federal. El lugar es informal y acogedor, lleno de plantas, con una barra extensa, una cocina abierta y el aroma de pan recién horneado y café recién preparado desprendiéndose en cada rincón. Según entiendo, Lardo es proyecto de Elena Reygadas, misma quien hornea pan delicioso en Rosetta y que lo repite en sus hornos en el restaurante del cual les hablo.

Como ya la dieta había quedado olvidada en algún portal, pedí un café y un pan danés, ¡pero doble! Y digo doble porque era como un ocho, en una oreja crema pastelera y en la otra mermelada casera de frambuesa, ¡de verdad espectacular y de repetir y de antojar!

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Para seguir ordené un latté y revisé el menú con deleite. ¡A veces hay tantas opciones tentadoras y cuesta tanto elegir! Finalmente me convenció el estofado de tomate, albahaca, calabacitas, zanahoria y parmesano con un huevo estrellado. ¿Han probado la lasaña de berenjenas o la moussaka griega? Pues este platillo me hizo pensar en una mezcla de lo anterior, sólo que con un huevo y una textura suave aunque sorpresiva. ¡Me fascinó! ¡Hasta Ren, que es cero fan de las calabazas, lo encontró espectacular! Y sobre todo me encantó que es un desayuno súper diferente a lo que estamos acostumbrado, pero no por eso se sintió o supo menos cálido u hogareño. Me lo comí con el gusto de recordar algún plato que tu mamá te hizo durante años y que tú simplemente no has logrado recrear.

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Por su parte, René pidió unos chilaquiles verdes, pero también tienen un twist: trozos de aguacate y un bodoque de queso burrata que a todos los paladares suele enamorar. Y claro, el Panzón le agregó un huevo.

De verdad Lardo queda recomendadísimo, y yo ya tengo ganas de regresar y probar sus tapas, vinos y cenas.

El resto de nuestra estancia en la Ciudad de México lo pasamos en un lugar que yo llevo muy cerquita del corazón: el Castillo de Chapultepec. Cuando niña iba por lo menos una vez al año al DF porque mi Tito (mi abuelo materno) nos llevaba a mí y a todas mis primas. Era un viaje especial, en verano, en carro, donde la convivencia familiar y la visita al Papalote Museo del Niño y al Disney On Ice era primordial. La última vez que fui al Castillo fue con mi Tito. Entonces podía caminar y subir escaleras sin problema, podía comer churrascos y tomar ron con cocas sin que se le cerrara la garganta, y podía abrazarme y decirme “¡mi niña adorada” porque seguía en este mundo oliendo a Azzaro y retocándose el copete con su peine de carey.

Recorrimos todos los rincones del Castillo, sus balcones con pisos de ajedrez, sus carrozas y carruajes, sus salas de lectura, su museo, su arte, sus murales; sus retratos de Allende, Hidalgo y los Niños Héroes; sus jardines, cocina y cuartos de baño. Al inicio no sabía si el corazón se me hacía chico o se me engrandecía, quizá los dos. Lo que sí es que conseguí un sosiego que desde hace mucho le hacía falta a una parte de mi alma y confirmé que para siempre ese lugar será especial.

Así terminó nuestra visita exprés al DF, con la barriga y el corazón plenos y con muchas ganas de regresar. ¡Compártanme sus restaurantes y lugares favoritos en la capital! ¡Quiero visitar muy pronto!

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Weekend getaway a San Miguel de Allende

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La última vez que visité San Miguel de Allende, Guanajuato, no podía ni entrar a un bar. Sí, los más de diez años sin recorrer sus callecitas empedradas ni chacharear canastas de flores secas en la Plaza Principal, ya reclamaban una visita. Así que le insistí a René que merecíamos un descanso del estrés que los últimos días nos había sofocado, hicimos las maletas y nos fuimos.

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El paseo nos duró cuatro días: de viernes a lunes. Y aunque creíamos que serían suficientes, descubrimos que la propuesta cultural y gastronómica de San Miguel alcanza para mucho más. Como reservamos nuestro hotel de un día para otro, no conseguimos llegar a Casa de Liz. En su lugar escogimos uno más modesto, pero muy limpio llamado Casa de las Conservas. En el Bed & Breakfast producen sus propias salsas, mermeladas y pan, por lo que al llegar a hacer nuestro check in, las ráfagas de mantequilla y canela nos dedicaron un baile de bienvenida.

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Luego de instalarnos en nuestro cuarto, salimos en búsqueda del Tío Lucas, un restaurante que un tío muy querido, que ya lleva años y años viviendo en Celaya, Guanajuato, con mucha emoción nos recomendó. El lugar me sorprendió: la fachada, muy pintoresca, tiene en la parte superior una fila de macetas de diferentes formas y tamaños con sus plantas verdes y rebosantes. Una vez adentro, se revela un patio muy fresco y alegre, con una concha en una esquina donde un trío desafina plácidamente un “Si nos dejan”.

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Para brindar por nuestra escapada romántica, pido un Merlot y Ren una Corona. Al centro, un queso fundido con chorizo. Echamos un vistazo al menú, los precios son un poco altos, pero no exagerados y estamos decididos a disfrutar. El queso, con tortillas recién hechecitas, es vasto y delicioso, así que de plato fuerte me limité a ordenar una sopa de tortilla, ¡de verdad exquisitísima! El Panzón sí pidió su Tampiqueña que, como debe ser, incluye un par de enchiladas, arroz, frijoles y guacamole con totopos. Terminamos realmente satisfechos y con un soponcio que de plano nos mandó a dormir temprano, no sin antes entrar a un par de boutiques a admirar la ropa hecha a mano con bordados indígenas, pero cortes modernos.

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Nos levantamos al día siguiente y desayunamos en el hotel. Los vasos de fruta con yogur y los huevos rancheros nos revivieron los ojos y ánimos para explorar durante todo el día. Nuestra primera parada fue el Centro Cultural Ignacio Ramírez El Nigromante. El recinto es parte del Instituto Nacional de Bellas Artes y fue construido inicialmente (1755 inició) como un convento. Y después de ser convento, colegio para señoritas, cuartel de la Revolución y escuela de Bellas Artes, terminó en la ruina y fue entregado al INBA. Como centro cultural se inauguró hasta 1962. Tanta historia se filtra de sus arcos, patios y escalinatas; de sus paredes que albergan lo más reconocido de la escena artística de la región; de sus murales de Siqueiros y Pedro Martínez. ¡Vale mucho la pena entrar y además es gratuito!

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Conocimos después la Iglesia de la Purísima Concepción y luego caminamos hasta Jardín Allende (el parque principal), donde sin faltan seguían vendiendo, como desde hace diez años, adornos de flores secas, globos, dulces, helados y frituras.

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En nuestro recorrido por las callecitas de colores encontramos una boutique/galería enfocada a cosas de interiorismo y hogar. Con un patio iluminado y enriquecido por una pared de agua, llamó mi atención y me insistió a ingresar. Ya adentro me enamoré de una silla tejida de mimbre, como una silla Acapulco, aunque con un twist. Obviamente, el precio y nuestro cambiante paradero impedía que hiciera algo más que admirarla, así que después de ilusionarme un rato y jugar a la casita, salimos y mejor nos dirigimos a encontrar otro lugar que curiosear.

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Dimos con Nudo, una galería que exponía grabados de los famosos papalotes de Francisco Toledo; avistamos tienditas con floreros y vajillas enteras con puntos coloreados; consideramos comprar macetas y jarrones en Trinitate; y seguimos a dos muñecotes de papel maché y a un par de novios que salían de la Parroquia de San Miguel Arcángel, antes de concluir que teníamos hambre y que La Parada era la siguiente parada en nuestro itinerario.

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Con la caminata y el calorcito, los ceviches y tiraditos de La Parada (restaurante de cocina peruana) se nos antojaban más que otra cosa. El lugar, como casi todos en este pueblo Patrimonio de la Humanidad, se mantenía fresco, ligero y lleno de buena vibra. Con un pizco sour y una copa de vino blanco bien, elegimos porciones minis de cada ceviche y tiradito para no quedarnos con las ganas. Además, un Arroz Afrodisiaco, con camarones, calamar y otros mariscos completó nuestra comida. Nos habíamos sentado en la barra (¡el lugar estaba atascado!), pero resultó un acierto, pues platicamos con un par de americanos jubilados que nos recomendaron un lugar para que desayunáramos al día siguiente, y además quedamos a la pasada de la gente que entraba y salía, y entre dicho tumulto dimos con JP Partida y Luis Lozano, ¡súper buenos amigos y mejores wedding planners del mundo!

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Tomar un descanso y lavarnos los dientes y la cara requirió que regresáramos al hotel. Pero una vez cambiados y refrescados, salimos directito al rooftop Luna del Rosewood Hotel a tomar unos drinks y encontrarnos nuevamente con Juan Pablo y Luis. ¡La vista es espectacular y los tragos con mezcal pronto comenzaron a hacer su efecto! En lo que menos pensábamos, ya todos nos estábamos moviendo nuevamente por las calles mágicas de San Miguel y hasta El Pescau, donde siguieron fluyendo los tequilas y también (por razones de salud), los tacos.

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Terminamos la noche en La 21Única, una cantina que nos vio cantar rancheras y banda y que además nos mantuvo intactos durante la lluvia que acaecía afuera.

No les voy a mentir y confesaré que amanecía al día siguiente con una de las peores crudas que he tenido la desfortuna de vivir. Como pudimos, logramos arrastrarnos hasta Café MuRO, aquél que nos habían recomendado en La Parada. ¡Fue un éxito! Acompañamos el café calientito con un pan casero, mermelada y una salsita picante y necesaria. Ren pidió unos chilaquiles rojos muy muy muy sabrosos y yo unos huevos divorciados con guarnición de chilaquiles en salsa de chile pasilla. El servicio además fue muy atento y amable y quedamos encantados y dispuestos a volver.

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El resto de nuestro día transcurrió en más galerías y tiendas, en saborear una nieve de garrafa de fresa y dulce de leche, en entrar a la famosísima e igualmente hermosa Parroquia y en callejonear hasta que llegó la hora de cenar. ¡Y guardamos lo mejor para el final!

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En el Hotel Matilda, Enrique Olvera tiene una de sus joyas: Moxi. Ya en sí el hotel es grandioso: moderno, acogedor, de verdad un sello de diseño y vanguardia en San Miguel que vale la pena conocer. El restaurante está en la terraza del hotel, con vista a un mural que arropa la alberca y a los huéspedes que suben relajados después de una aromaterapia en el SPA. ¡La comida fue exquisita! Pedimos de entradas un tamal de frijol con crema de rancho y ceniza de cebolla, y un fetuccini con tomates cherry, aceite de anchoa, chile de árbol y queso parmesano del cual nada más no me podía saciar. De platos fuertes: un lechón confitado, con rábanos y berros y tortillitas recién hechas, y un New York con chichilo y calabacitas orgánicas. ¡Delicioso! Y de postre: un pay de limón con crumble de cacahuate, helado de yogur y merengue de cítricos que de verdad estuvo espectacular. Sin duda Moxi hace honor a su nombre (significa “antojo” en Otomí) y nos deja babeando y alucinando con el día en que regresemos.

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Así terminamos nuestra escapada a San Miguel de Allende, con la barriga feliz y nuestra mente despejada.  O por lo menos eso creíamos. Porque en nuestro regreso a Guadalajara nos encontramos con una sorpresa: cerca de La Piedad, ¡un campo de girasoles a todo florear! ¡Enloquecí! ¡Paramos el carro en el acotamiento de la carretera y corrimos a ellos a admirarlos, olerlos y tomar fotos. Y ese sí fue el verdadero y hermoso final de nuestro recorrido.

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